Quizás si hubieras tenido un momento de serenidad te hubieras podido salvar, pero siempre creíste que ese era trabajo de alguien más, imploraste a los cielos y te encomendaste a ajenos, te convenciste de que quizás era un sueño y a cada salida del sol te dabas cuenta que era la pesadilla de la realidad, la realidad que quisiste ver e interpretar, careciente, vana, oscura, perturbante, simplemente te dejaste morir, el suicidio que jamás quisiste cometer, fuiste el autor de tu propio crimen, moriste a causa de ti, de tu bienestar y de tu falta de compresión, moriste por no nadar.
