El Extranjero

Delirante, loco, machista, extrovertido, gracioso, estúpido, grosero, pendejo, idiota, buen amigo, poeta, creativo, matemático, romántico, apasionado, frío, insensible, bufón, escritor.

Son uno de los adjetivos que mis allegados han usado para describirme, con perspectivas diversas, desde los altos montes de la seriedad hasta los burdos barrios de la prostitución.

No os soy una víctima de etiquetas, ni soy afectado de alguna enfermedad de polaridad múltiple. Ni me intriga explicar la complejidad de mis pensamientos y la sencillez de mis movimientos.

Estoy harto de caminar y encontrarme con mi hipocresía sustancial que me ínsita a mostrar la baraja completa de rostros; siendo reina, rey, el comodín y hasta las espadas de cualquier mano.

Acudiendo a fiestas intrascendentes que por más me aburren y me despierta el odio de la infelicidad de los seres bailantes, de las festejadas tan estúpidamente alegres.

Y hoy no quiero saber de adjetivos, de palabras. Hoy odio aun mas a los poetas que con tanto egoísmo le escriben a la nada, explicando con palabras rebuscadas tan estúpidos encuentros. Poetas que con su falsedad acudirán a mí a explicar lo que han escrito y aun mas a preguntar mi opinión sincera: mierda!!! mierda!!! Es lo que opino de sus encuentros. No vengan a mí a pedir opiniones si no entiendo lo que dicen, no toleraré mas su egoísmo y si tan sincera opinión buscan he de decirles que si algún grano de orgullo mantienen en sus cuerpos afligidos, tomad una espada y empuñarla con toda fuerza, y decidir entre dos opciones que os daré: desgarrar los papeles que con tanto egoísmo han manchado o atravesarse con ella.

Hoy más que nunca me burlo del amor, pues el amor para mí ha perdido sentido, bah!: AMOR, AMOR, AMOR; es lo único que escucho por acá y por allá. Unos sufriendo y otros gozosos con tanto fervor. Es aquí cuando llega Cupido de las pasiones a decirme: Amargado. Bah! No soy ermitaño que habita los valles del odio, solo hoy he venido a burlarme de la tan incansable función del amor, el mismo teatro, los mismos actores y la misma obra, pues hoy en día Cupido mío, amigo mío, te has quedado sin imaginación; no os culpo a los enamorados de tanto sufrimiento o de tanto alcohol de feromonas, si no de tu estúpidas decisiones de pensar que una flecha se puede encajar en el mismo lugar en el mismo tiempo. Pues aquí está tu maestro de las ciencias, tirando tu misticismo, aquí estoy yo para decirte lo que muchos antecedentes avalan: -dentro del universo, mi querido Cupido, un objeto no puede ocupar el mismo espació en el mismo tiempo-

Hoy no quiero bailar a ritmos de estilistas del tiempo, basta de los mismos acordes y ritmos, no quiero bailar conforme el protocolo que la pista ordena. Sentir la música y sacar los pasos que mis convicciones me marcan a seguir, quiero bailar con tanto personaje se me ponga enfrente: mujeres, hombres, animales, niños y padres. Quiero estar en el centro del baile, vestido como esgrimista; enfundada mi espada. Un baile magistral saliéndome del típico uno, dos que marca el compas de cualquier vals; ojala la luna me haga el favor de con tenue luz alumbrar mi pasos.

Hoy no quiero filosofar de quién soy o por qué estoy, no quiero hablar con Nietzsche, Hesse y recientemente ni con Dostoievski. Amigos míos de las soledades de mi recóndito cuarto, pero hoy los dejare en la estantería, es hora de salir al mundo a crear y tirar sus dichos. Yo soy el que los hace inmortales, yo y cientos más de fanáticos burdos que con alegoría mantenemos sus palabras vivas. Idiotas todos nosotros, y sin querer ya me he y he dado etiquetas, malditas las palabras clasificatoria de mis adentros, condenados prejuicios de los que me quiero desterrar. Pero como os decía a mis tres amigos, ya basta de regirme por leyes y dichos, pues donde todos dicen que el azul es azul, yo lo veré rojo, pues esa es mi terquedad, derrumbar con verdad o mentira el todo establecido.

Hoy no se me antoja estar solo, pero así será. Lo que hoy si deseo es cruzar el mar y ver Europa, ir a donde mi lengua no se hable y ser el incomprendido de dialecto y no de pensamientos. Y mi nueva y única etiqueta será el Extranjero.

No quiero más pelear con mis sentidos, que si no te gusta mi humor o que si te aburre mi romanticismo. Que si se me antoja el sexo burdo o que si deseo el amor novelesco. Que si me emborracho es denigrante o que si me deleito con un café es poco atrevido. Que si soy éticamente correcto o que si soy moralmente relativo. Que unos días soy todo un sabio y que otros soy un niño.

Dejadme decir estas últimas palabras: pues usted ama todo lo mío, pues si soy como usted quiere usted no existiría, pues con obviedad estaría viéndose en un espejo, el problema sería que usted ocuparía el reflejo y yo el sujeto.

Mejor amigos míos festejemos nuestra incongruencia y dejemos etiquetas para nuestras invenciones maquinales, pues yo a ti te llamo mi amigo pues poco me importa el concepto, si no el hecho.

Jajaja hoy no rio con tanta sinceridad como otros días, pues como una vez salió en “souht park”, he reído tanto que el gen de la risa se me ha fundido. Pero lo que digo es que hay días que pesan las etiquetas, tratando de avalar cada una de ellas hasta que haces una especie de corto circuito entre tanto cablerío de pensares. Hoy solo soy, una vez más, lo que vuestros sentidos perciben.