La sesión: agonía (continuación)

Algo empezó a suceder, como que si el fastidio de estar juntos nos invadiera. Conflictos por detalles insignificantes. Recuerdo que en una ocasión discutimos por la última dosis de heroína. Cosa que realmente nos ponía salvajes en cuestiones de discusión, algo no muy grato de recordar, sinceramente.

Habían pasado ya sus meses, manteniendo lo nuestro en secreto para nuestros padres y familiares. Aunque mi hermana ya nos había visto en reiteradas ocasiones pasear por los alrededores de la escuela. Pero nada de qué preocuparse.
Me extrañaba mi ser ahora, pues me sentía completamente distinto, desconocido. Nos tornábamos violentos en ocasiones y yo atribuía la conducta a los enervantes.

Una noche, un poco disgustados, acudimos a una fiesta que ofrecía mi amiga Josefina en su casa, según nos dijo sus padres estaban de viaje.
Entrados en el festejo, mientras yo tomaba vodka, él solo se remitió a tomar una cerveza. En cierto momento se acerco Josefina a ofrecernos “acido”; yo tome las dos pastillas y le ofrecí una; él la rechazo y se disculpo para ir al baño.

Estaba un poco harto de todo esto de las fiestas, drogas. De alguna forma me sentía vacio, a ser sincero estaba muy descontento y molesto. Dirigía mí…odio hacia ella. Así que por un momento en aquella noche decidí mejor estar un momento apartado, no hacer reclamo alguno, ni aceptar ofrecimientos de sustancias.

Me estaba divirtiendo, bailando, flotando, cantando. Cuando de repente salió ha jalarme con gran fuerza hasta llevarme al exterior de la casa.

Baje del baño y ella se encontraba besando a otro tipo, mientras otros la tocaban incesantemente. Una escena muy desagradable y molesta para mi gusto. Baje aprisa y la saque del lugar. Estaba realmente molesto por lo que estaba ocurriendo.
Ella me gritaba su disgusto por interrumpirle su diversión. No me pude controlar y comenzamos a discutir.

Sentía que él atentaba contra mi espacio personal, sintiéndose mi dueño. Estaba molesta por sus actitudes machistas. Yo solo quería divertirme.

Ella no entendía que lo que estaba haciendo era una falta de respeto para mí, para lo nuestro. Esa vida lamentablemente era la que nos había unido y la que ahora nos estaba haciendo pedazos.

Si no hubieses sido por Tonny, que salió a ver que sucedía, seguramente él me hubiese golpeado. Tonny realmente fue mi salvación esa noche. Atentamente me invitaba a entrar y seguir en la fiesta divirtiéndonos. Pero él se oponía rotundamente.

No se daba cuenta de las intenciones de ese tipo, que solo quería sexo por esa noche, y eventualmente yo no lo iba a permitir. Ella estaba completamente drogada, no pensaba con claridad. Así que la subí al auto y me dispuse a llevarla a su casa, para que todo se apaciguara hasta la mañana siguiente y poder platicar con serenidad.

Estaba eufórica, yo quería seguir divirtiéndome. Pero no quería arriesgarme a que hiciera algo que me lastimara, así que me fuy con él. No sé qué hora era, pero las calles ya estaban sin vida. Algo deprimente, con mal presentimiento se anunciaba el amanecer.

Conducía, sin dirigir la palabra ninguno de los dos, solo rompía el hielo la voz prolifera del buen Morrison, en un CD que solíamos escuchar con frecuencia.
Mirando por el retrovisor, pues iba dar vuelta en una esquina, note que un coche venia. Por minutos anduvo tras de mi auto, como si tuviésemos el mismo rumbo. En cierta intersección ellos doblaron por una calle subalterna a la principal y me despreocupe. Ya sabe que en esta ciudad los asaltos están desenfrenados.

Bajamos del auto. Se ofreció a ayudarme a trepar, pero era tal mi enojo que lo negué y me arriesgaría a que mi padre me viera, pues al entrar por la puerta no se podía evitar el rechinido de las bisagras y de las escaleras de madera.

Se encontraba molesta, lo mas atinado era dejarla tranquila por lo que quedaba de la noche .
De repente un sonido, pasos, estruendos y un ardor insoportable.

En un instante se escucho un auto acercándose, se detuvo en seco y bajaron dos tipos, los vi claramente, con sus armas apuntándolo y abrieron fuego contra él. Fue rápido, menos de 30 segundos y los maleantes se alejaban en el auto.
Él estaba en el suelo bocabajo, le di la vuelta, tenía una mirada de extrañeza y atino a decir que me amaba y que lo sentía. Yo estaba histérica, gritaba.

Estaba ahí, desconcertado por lo sucedido y paradójicamente mi estado de molestia hacia ella cambio a una desesperación, temía no volver a verla. Veía su llanto, su rostro lleno de preocupación y me abrazaba. Me repetía incesantemente: perdóname, perdóname!
Las palabras no fluían por mi boca, así que, con mi agonía latente pude decir que lo sentía y que la amaba.

Mi padre había salido y llamado a una ambulancia. Ahí estaba yo con él, contemplándolo luchar.

Todo era difuso y esas luces en la ambulancia me mareaban, pero ahí estaba, con el ceño de preocupación, me calmaba saber que nuestras diferencias se habían quedado de lado. Anhelaba poder levantarme y abrazarla.

Fueron dos horas que él permaneció en el quirófano, había sido víctima de cuatro impactos, uno de ellos le atravesó el pulmón, otro se alojo en su espina dorsal y los otros dos le hirieron el hombro, fracturándoselo.
Ahí me encontraba, esperando el dictamen médico, junto con mi papá, Valentina y sus padres, todos mortificados por el resultado, por su vida.

Continuará.

Chale!! Perdón no pensé que la historia fuera tan larga, pero pues pronto les publico el final, muaja muaja!!